
Tras décadas
de investigación, se ha descubierto que la inteligencia emocional es un factor
crítico que distingue a los más brillantes del resto. La relación es tan
importante que el 90% de las personas con mejores resultados tienen un nivel
alto de inteligencia emocional.
"No cabe duda de que la inteligencia emocional es menos habitual, pero la experiencia me dice que es más importante a la hora de ser un buen líder. Es algo que no se puede ignorar". – Jack Welch
"No cabe duda de que la inteligencia emocional es menos habitual, pero la experiencia me dice que es más importante a la hora de ser un buen líder. Es algo que no se puede ignorar". – Jack Welch
La
inteligencia emocional es algo que todos tenemos, es algo intangible. Afecta a
la manera de gestionar nuestro comportamiento, de sortear las dificultades
sociales y de tomar decisiones personales para conseguir resultados positivos.
A pesar de la importancia de la inteligencia
emocional, su naturaleza intangible hace que sea muy difícil cuantificarla y
saber qué hacer para mejorarla. Siempre se puede considerar la posibilidad de
hacer un test científicamente validado, como el que puede encontrarse en el libro Inteligencia emocional 2.0.
Por desgracia, los test científicamente validados no
son gratuitos. Así que he analizado los datos de más del millón de personas a
las que ha realizado pruebas TalentSmart para identificar las conductas que
indican falta de inteligencia emocional y que querrás evitar:
1.
Estresarse con facilidad.
Si embotellas los sentimientos, no tarda en aparecer
la sensación de tensión, estrés y ansiedad. Las emociones que no se gestionan
atascan la mente y el cuerpo. La inteligencia emocional nos ayuda a hacer que el estrés sea
más manejable y nos permite identificar y atajar las situaciones difíciles
antes de que las cosas vayan a peor.
Las personas que no utilizan su
inteligencia emocional tienen más probabilidades de recurrir a técnicas menos
efectivas para gestionar los sentimientos. Tienen el doble de probabilidades de
abusar de sustancias y de experimentar ansiedad, depresión e incluso
pensamientos suicidas.
2.
Tener dificultades para rearfirmarse.
Las personas
con inteligencia emocional hacen gala de buenos modales, empatía y amabilidad y
tienen la capacidad de reafirmarse y de poner límites. Esta combinación es
ideal para lidiar con los conflictos.
La mayoría de las personas adoptan un
comportamiento pasivo-agresivo cuando las cosas se tuercen. Las personas
emocionalmente inteligentes mantienen el equilibrio y siguen siendo asertivas
porque se mantienen alejadas de las reacciones emocionales sin filtrar. Esto
les permite neutralizar a la gente tóxica sin crearse enemigos.
3.
Tener un vocabulario emocional limitado.
Todo el mundo
tiene emociones, pero solo unos pocos pueden identificarlas cuando tienen
lugar. Nuestros estudios indican que solo el 36% de las personas son capaces de
hacerlo, lo que supone un problema, porque las emociones no identificadas
suelen llevar a malentendidos, lo que suele provocar la toma de decisiones
irracionales y la realización de acciones contraproducentes.
Las personas
emocionalmente inteligentes dominan sus emociones porque las comprenden y, para
ello, utilizan un vocabulario emocional muy amplio. Mientras que muchas
personas simplemente dicen que se sienten "mal", las personas
emocionalmente inteligentes pueden distinguir si se sienten
"irritables", "frustradas", "pisoteadas" o
"con ansiedad".
Cuanto más específicas sean las palabras, mejor se
comprende un sentimiento, lo que lo ha provocado y lo que se debería hacer al
respecto.
4.
Dar por hecho cosas muy rápido y defenderlas con vehemencia.
Las personas
con poca inteligencia emocional se forman una opinión muy rápidamente y luego
sucumben al sesgo de confirmación: es decir, buscan pruebas que respalden sus
opiniones e ignoran las pruebas de lo contrario. No pocas veces discuten hasta
la saciedad para defenderse.
Este comportamiento resulta especialmente
peligroso en los líderes, ya que sus ideas poco reflexionadas se convierten en
la estrategia de todo el equipo. Las personas emocionalmente inteligentes dejan
reposar sus pensamientos porque saben que las reacciones iniciales son muy
viscerales.
Les dan a sus pensamientos un tiempo para desarrollarse y
consideran las posibles consecuencias y los argumentos contrarios a sus
opiniones. Después, comunican de la manera más eficaz posible su idea
desarrollada y tienen en cuenta las necesidades y las opiniones de los demás.
5.
Guardar rencor.
Las emociones
negativas que van de la mano del rencor son en realidad una respuesta al
estrés. Basta con pensar en una situación concreta para que tu cuerpo entre en
modo de pelea o huida, un mecanismo de supervivencia que te obliga a
enfrentarte a una amenaza o a salir corriendo.
Cuando la amenaza es inminente,
esta reacción resulta esencial para la supervivencia, pero cuando esa amenaza
ya es agua pasada, ese estrés causa estragos físicos y puede ocasionar
problemas de salud con el tiempo. De hecho, un grupo de investigadores de Emory
University han demostrado que esa retención de estrés contribuye a las subidas
de tensión y aumenta la probabilidad de padecer enfermedades del corazón.
Guardar rencor implica retener estrés y las personas emocionalmente
inteligentes saben evitarlo. Dejar marchar los resentimientos no solo nos hace
sentir mejor, sino que también puede ser beneficioso para la salud.
6.
No perdonar los errores.
Las personas
emocionalmente inteligentes se distancian de sus errores, pero no los olvidan.
Al mantener una distancia de seguridad con los errores, en la que aún los
tengan a la vista, estas personas son capaces de adaptarse para tener mejores
resultados en el futuro.
Hace falta tener mucha conciencia de uno mismo para
andar por la cuerda floja entre el duelo y el recuerdo. Lamentarse por un error
durante demasiado tiempo hace que experimentemos ansiedad y timidez, mientras
que olvidarlo por completo hace que aumenten las probabilidades de que lo
volvamos a cometer.
La clave para mantener el equilibrio reside en la capacidad
para transformar los fracasos en oportunidades para mejorar. Con esta
filosofía, aprenderemos a levantarnos cada vez que nos caigamos.
7.
Sentirse incomprendido.
Cuando no se
tiene mucha inteligencia emocional, resulta difícil entender cómo te perciben
los demás. Sientes que nadie te comprende porque no transmites tu mensaje de
una forma que la gente pueda entender. Incluso con práctica, las personas
emocionalmente inteligentes saben que no son capaces de comunicar todas sus
ideas a la perfección, pero se dan cuenta si la gente no las entiende y cambian
el enfoque de lo que están diciendo para volver a comunicar su idea de una
manera que se pueda entender mejor.
8.
No conocer los detonantes propios.
Todos tenemos
detonantes: situaciones y personas que nos sacan de nuestras casillas y que
provocan que actuemos de forma impulsiva. Las personas emocionalmente
inteligentes analizan sus detonantes y utilizan este conocimiento para esquivar
las situaciones y las personas que les hacen sacar lo peor de sí mismas.
9.
No enfadarse.
Tener
inteligencia emocional no consiste en ser simpático; consiste en gestionar las
emociones de forma que se obtengan los mejores resultados. En algunas
ocasiones, esto implica demostrarle a los demás que estás enfadado, triste o
frustrado.
Enmascarar constantemente las emociones con alegría y positividad no
es ni auténtico ni productivo. Las personas con inteligencia emocional saben
utilizar las emociones positivas y negativas intencionadamente en las ocasiones
adecuadas.
10.
Culpar a los demás de cómo te hacen sentir.
Las emociones
son algo personal. Resulta tentador culpar de cómo nos sentimos a las acciones
de los demás, pero tenemos que asumir la responsabilidad de nuestras emociones.
Nadie puede hacernos sentir nada que no queramos. Pensar lo contrario solo
juega en nuestra contra.
11.
Ofenderse con facilidad.
Si aceptas
quién eres sin problema, es difícil que alguien haga o diga algo que te saque
de tus casillas. Las personas emocionalmente inteligentes están seguras de sí
mismas y tienen la mente abierta, por lo que no se ofenden con facilidad. Este
tipo de gente hace bromas a los demás y deja que les gasten bromas porque son
capaces de visualizar la línea que separa el humor de la degradación.
En
resumen
A diferencia
del coeficiente intelectual, la inteligencia emocional es maleable. A medida
que se entrena el cerebro mediante la práctica de conductas emocionalmente
inteligentes, se construyen los caminos necesarios para convertirlos en
hábitos. Cuando el cerebro refuerza estas nuevas conductas, las conexiones
neuronales que servían de base para las conductas destructivas desaparecen.
Antes de que te des cuenta, empezarás a responder ante tu entorno con
inteligencia emocional sin siquiera pensarlo.
Vía: Huffingtonpost