El
poder tiene mala reputación, pero se debe a que la gente lo busca por razones
equivocadas. Cuando se busca el poder por las razones correctas, puede ser una
fuerza tremenda para hacer el bien.
Nicolás
Maquiavelo extendió la idea de que el poder solo se puede conseguir mediante la
explotación de los peores aspectos de la naturaleza humana. Una de sus
enseñanzas era: "Un gobernador sabio nunca debería tener fe, ya que, al
hacerlo, estaría en contra de sus intereses". Básicamente, lo que decía Maquiavelo
era que eres un idiota si intentas cumplir las promesas o respetar tus
principios si te beneficiaría más romperlos.
Y eso no se lo hemos oído solo a Maquiavelo, sino también a muchas voces contemporáneas, como el psicólogo y escritor estadounidense Robert Greene, que afirma que "la clave del poder es la capacidad para juzgar quién es más capaz de beneficiar tus intereses en cualquier situación". Normal que tanta gente crea que la única manera de tener poder es ser un capullo.
Y eso no se lo hemos oído solo a Maquiavelo, sino también a muchas voces contemporáneas, como el psicólogo y escritor estadounidense Robert Greene, que afirma que "la clave del poder es la capacidad para juzgar quién es más capaz de beneficiar tus intereses en cualquier situación". Normal que tanta gente crea que la única manera de tener poder es ser un capullo.
Afortunadamente, Maquiavelo y Greene tenían algo en
común: ambos estaban equivocados. Un estudio reciente de la Universidad de
California en Berkeley demuestra que cuando se trata de poder, los que ganan
son los buenos. Los investigadores descubrieron que las personas más
influyentes (de acuerdo con las clasificaciones de sus colegas) eran aquellas que
eran las más consideradas y extrovertidas.
También llegaron a la conclusión de
que a los más maquiavélicos -que utilizaban cosas como el cotilleo o la
manipulación para conseguir poder- se les identificaba y aislaba rápidamente y
acababan perdiendo todo el poder.
Los estudios
de este tipo están rehabilitando la mala fama del poder. El poder no es
intrínsecamente malo, y no es intrínsecamente malo buscar el poder. Sin poder,
no se puede lograr nada, ni bueno ni malo. Incluso aquellos que solo quieren
hacer del mundo un lugar mejor necesitan ejercer la influencia del poder
personal para conseguir sus objetivos. El abuso de poder y las acciones
deshonestas para conseguirlo son los que causan problemas.
Las personas
que ganan y utilizan el poder de una manera sabia influyen profundamente en
toda la gente con la que se relacionan. Aun así, consiguen el poder únicamente
porque ejercen mucha influencia en su interior, en sí mismos. Nosotros solo
vemos el exterior; les vemos innovar, exponer sus ideas y propulsarse para
conseguir cosas mejores y más grandes. Aun así, nos estamos perdiendo la mejor
parte. Cómo ganan la seguridad y los recursos que hacen posible su influencia.
Y aunque los
cosas que influencian a la gente cambia por temporadas, los hábitos únicos de la
gente influyente son constantes. Su propósito de perseguir la excelencia está
marcado por once hábitos, que puedes imitar y absorber hasta que tu poder e
influencia crezcan:
1.
No esperan a tener un título para liderar. No hay que confundir el poder con la autoridad. El
título o puesto adecuado puede otorgarte autoridad, pero no poder. Por otra
parte, no necesitas tener ningún título para ser influyente. Puedes liderar sin
ser el jefe y puedes ser influyente en tu entorno de trabajo y en tu comunidad
sin tener ningún título.
2.
Trastocan las cosas, pero para bien. Las personas influyentes nunca están satisfechas con
el statu quo. Son las
que siempre están preguntando "¿y si...?" o "¿por qué no?".
No tienen miedo a desafiar a la sabiduría popular y no trastocan las cosas solo
por ser perturbadores; lo hacen para mejorarlas.
3.
Piensan por sí mismas. Las
personas influyentes no se dejan llevar por la opinión pública ni por las
modas. Forman sus opiniones cuidadosamente y basándose en los hechos. Están más
que dispuestas a cambiar de opinión si hay hechos objetivos que lo justifiquen,
pero no se dejan influenciar por lo que piensen los demás, solo por lo que
saben.
4.
Se centran en las cosas que importan de verdad. Las personas influyentes no se dejan distraer por
trivialidades. Son capaces de centrarse en lo que importa y hacer que todo el
mundo lo vea. Solo hablan cuando tienen algo importante que decir y nunca
aburren a los demás con charlas insustanciales.
5.
Dominan los conflictos. La
gente tiende a posicionarse en uno de estos dos extremos cuando hay un
conflicto: algunos son pasivos y evitan el conflicto en sí mientras que otros
buscan el conflicto de forma agresiva porque piensan que de esa manera ganarán
poder. Las personas que saben dominar los conflictos saben cómo enfocarlos de
una manera directa, asertiva y constructiva.
Básicamente, practican la inteligencia emocional.
Las personas influyentes no reaccionan de manera emocional o a la defensiva
ante las opiniones discordantes de los demás, sino que las agradecen. Son lo
suficientemente humildes como para saber que no lo saben todo y que puede que
les estén haciendo ver algo de lo que no se habían percatado. Si la otra
persona tiene razón, aceptan la idea de todo corazón, porque les preocupa más
el resultado final que llevar razón.
6.
Incitan a la conversación.
Cuando
las personas influyentes hablan, sus palabras se propagan como las ondas en la
superficie de un lago. Estas personas hacen que la gente que les rodea explore
nuevas ideas y piense en su trabajo desde una perspectiva diferente.
7.
Son conscientes de sus fortalezas y de sus debilidades. Las personas a las que les seduce el poder y, por lo
tanto, acaban abusando de él no suelen ser conscientes de sus propias
debilidades. Para ser influyente de verdad, tienes que verte como eres
realmente y prepararte para utilizar tus mejores características para lograr
cosas buenas. Eso implica observar con atención tus fortalezas y tus
debilidades y aceptarlas completamente.
8.
Saben gestionar sus contactos. Los que conciben el poder de manera maquiavélica no se
molestan en tratar con personas que no les resultan útiles. La gente ve venir
esta actitud a kilómetros de distancia, y no es que sea muy amistosa.
Las
personas influyentes, además de conocer a mucha gente, saben cómo conocer a los
conocidos de sus conocidos. Y, lo que es más importante, añaden valor a todos
los que forman su red de contactos. Comparten métodos y consejos y establecen
lazos entre personas que deberían conocerse.
9.
Piden ayuda cuando la necesitan. Es habitual asumir que una persona influyente y
poderosa nunca pide ayuda. Pero pedir ayuda cuando no sabes cómo hacer algo o
cuando no puedes hacerlo por ti mismo no es un signo de debilidad; es un signo
de fortaleza. Transmite el mensaje de que no eres tan inseguro como para poner
tu ego por encima de la misión a cumplir.
Hay que tener una autoestima enorme y
mucha humildad para admitir que se necesita ayuda y pedir ayuda es crucial,
porque no hay nada peor que seguir el camino equivocado cuando estás demasiado
avergonzado o eres demasiado orgulloso como para admitir que no sabes lo que
estás haciendo.
10.
Creen en sí mismos y en los demás. Las personas influyentes siempre esperan lo mejor.
Creen en su propia capacidad para conseguir sus sueños, y creen que los demás
comparten la misma capacidad. Creen que nada está fuera de su alcance y que esa
fe inspira a los que les rodean para que lo den todo y consigan sus objetivos.
Creen firmemente que una persona puede cambiar el mundo.
11.
No postergan. En
1894, el escritor estadounidense Orison Swett Marden dijo: "No hay que
esperar a que lleguen oportunidades extraordinarias. Hay que coger una ocasión
normal y corriente y hacerla genial. Los débiles esperan a que lleguen las
oportunidades. Los fuertes las producen".
Si pospones tu crecimiento hasta
que llegue la oportunidad idónea, nunca llegará. Las personas influyentes saben
que el desarrollo del poder es como levantar pesas o correr una maratón. La
única manera de fortalecer esos músculos es utilizarlos, así que deja de poner
excusas y ponte manos a la obra. Sabes en lo que crees, sabes quién eres y
sabes lo que quieres ser, así que actúa.
Sí, puede que a veces sea incómodo y,
sí, habrá gente que te diga que no lo estás haciendo bien, pero la única manera
de conseguir poder y usarlo para el bien es tomar las riendas y hacer lo que te
propongas.
En
resumen
Como dijo una
vez Boris Yeltsin, "puedes hacerte un trono de bayonetas, pero no te
puedes sentar en él durante mucho tiempo". Olvida todo lo que has oído
sobre el poder porque, al final, los que ganan son los buenos. Se llame poder o
influencia, está bien quererlo y está bien conseguirlo. Lo único que hay que
hacer es perseguirlo y utilizarlo con integridad.