La extraña sensación de sentirse observado

Tu mente es capáz de sentir cuando alguien te está mirando, incluso si estás dormido. A esta habilidad se le conoce como Scopaesthesia.
Alguna vez puede que te haya invadido una extraña certeza que no sabes bien de dónde viene: sientes que alguien te está mirando. Puede que estés solo y “sientas” la presencia de ese que observa, o puede que estés en un lugar público y te pares a buscar quién rayos es el que te está produciendo esa extraña sensación. 

Este, digamos, “sexto sentido” humano ha sido bien explotado en productos de la cultura popular (comenzando, por ejemplo, por las películas de terror) e incluso en conversaciones cotidianas.
Pero, ¿qué hay de realidad en ello? 
¿De verdad el ser humano es capaz de “sentir” que está siendo observado aunque ninguno de los sentidos con que cuenta para percibir la realidad externa (vista, olfato, oído…) esté dando información alguna sobre ello? Y si es real, ¿cómo podemos contar con esta original habilidad?
La scopaesthesiaescopaestesia o síndrome de la mirada en la nuca se define como el fenómeno descrito como extrasensorial por el que una persona tiene la certeza de que está siendo observada. Su descripción como extrasensorial responde a que las personas que han manifestado un episodio de scopaesthesia aseguran que esa certeza no deriva de ninguna información sensorial concreta (no han oído a la supuesta persona que observa, ni la han visto o percibido por cualquier sentido) sino que se trata de una percepción de otro tipo, “sentida con la mente”.
En los primeros estudios sobre este fenómeno (The ‘Feeling of Being Stared At.’ E. B. Titchener, Science, New Series, Vol. 8, No. 208 (Dec. 23, 1898), pp. 895-897)se describió por los que aseguraban experimentar scopaesthesia como “un estado de hormigueo desagradable que crece y se vuelve insoportable hasta generar un movimiento que lo alivia (en este caso, girar la cabeza para averiguar quién lo provoca)”. También, estos mismos “scopaesthésicos” pensaban que el fenómeno de la scopaesthesia era provocado al mirar fijamente la nuca de otra persona, lo que comunmente se entiende como “clavar la mirada”.

¿Existe la scopaesthesia o es una falsa creencia popular?

Ya en el mencionado primer artículo publicado sobre el fenómeno de la scopaesthesia, su autor, E.B. Titchener, aseguraba que había emprendido experimentos que daban resultado negativo para tal fenómeno, aunque no expuso método, sólo divulgó sus supuestos resultados.
A pesar de este “mal comienzo” en la historia científica del fenómeno, otros investigadores han decidido prestar atención al concepto que se sitúa casi hacia el ámbito de lo paranormal. En la tabla adjunta podemos observar los resultados del experimento llevado a cabo por J. E. Coover expuesto en “The Feeling of Being Stared at”: Experimental” que, de nuevo, como adelantó Titchener, niegan la existencia del fenómeno.
Resultados de los experimentos de Coover. 10 sujetos fueron sometidos cada uno a 100 tandas en que tenían que adivinar si alguien los estaba observando o no (tandas establecidas por azar). La proporción media de aciertos fue del 50.2.
El diseño experimental es sencillo: 10 de los alumnos de Coover que aseguraban ser capaces o haber sentido el fenómeno fueron sometidos a 100 series cada uno, al azar, de “mirada” y de “ausencia de mirada”. En cada serie, los alumnos debían averiguar si había alguien observándoles fijamente por la espalda o no.
De las 1000 series que se llevaron a cabo en total, sólo en el 50.2% de la series los alumnos acertaron si eran o no observados. Dicho resultado, defiende Coover, entra en el perfecto rango del azar. La estadística nos dice que la probabilidad teórica de acertar dicho fenómeno está en el 50%, por lo que el resultado se halla muy próximo a lo que cabe esperar en un experimento en que se pide adivinar más que percibir. Otro golpe bajo para la scopaesthesia.  Coover también quiso arrojar luz sobre la posible intervención de variables que quizás influyesen en el fenómeno de la scopaesthesia, como la distancia entre el observador y el observado o la cantidad de certeza con la que los alumnos decían si estaban siendo observados o no, pero ninguna de estas variables variaron el resultado: no hubo ventaja significativa para aquellos que “confiaban” en su habilidad scopaesthésica ni para aquellos que fueron observados más de cerca.
Pero la scopaesthesia también tiene sus fervientes defensores titulados, aunque estos no tengan exactamente una buena reputación en los círculos científicos. Hablamos de Rupert Sheldrake, un biólogo e investigador y autor de diversas teorías y estudios que aseguran explicar y soportar la existencia de fenómenos como la scopaesthesia u otros cercanos al ámbito de lo paranormal como la telekinesis. Aunque sus experimentos han sido duramente criticados por su metodología y sus resultados no replicados, en  The Sense of Being Stared At Part 1: Is it Real or Illusory puede leerse una extensa disertación que defiende la existencia de la scopaesthesia más allá del azar y que critica las críticas recibidas.

¿Cómo puede ser posible la scopaesthesia (según sus defensores)?

Aunque, como hemos visto hasta ahora, la ciencia demuestra que la scopaesthesia no es más que una superstición y que no, no podemos saber que alguien nos está mirando, existen teorías como la del mencionado Rupert Sheldrake que pretenden explicar la existencia de este fenómeno (aunque los datos científicos, repetimos, nieguen la misma). Lo que se expone a partir de aquí es pura especulación y no parece tener soporte más allá del mismo autor que defiende la scopaesthesia (defensa fundada según sus críticos en experimentos con fallos metodológicos y sesgos) y de otras capacidades similares que el autor denomina “habilidades humanas inexplicadas“.
En un principio, según defiende el autor, una habilidad como la scopasthesia parece tener sentido en la naturaleza: una capacidad que nos permita saber si un depredador tiene la mirada fija en nosotros (signo casi inevitable de que somos su siguiente presa) es, sin duda, algo útil para nuestra supervivencia. Por desgracia para nosotros, el hecho de que una habilidad sea útil para la supervivencia no es condición suficiente para disponer de ella: también sería de enorme utilidad para nuestra supervivencia si fuésemos capaces de volar o de autoregenerar miembros amputados y resulta evidente que no podemos hacerlo. Es decir, el hecho de que una habilidad sea útil para nuestra supervivencia es una forma de entender por qué forma parte de nuestro bagaje evolutivo, no obstante, ni mucho menos podemos entender este hecho como una prueba para defender que la tenemos.
Pero, ¿cómo defiende este autor que la scopaesthesia es posible? ¿Cómo podemos “sentir” que nos miran aunque nuestros sentidos no estén dando cuenta de ello? ¿Qué mecanismos biológicos soportan esto? Es difícil trasladar la teoría del propio Sheldrake a palabras claras: según él, nuestra mente se extiende más allá de nuestras cabezas con conexiones invisibles que nos encadenan los unos a los otros, al resto del mundo e incluso al mundo pasado y futuro. Estos son denominados como “campos mórficos” (aunque no profundiza en su website qué son estos, cómo ocurren, qué propiedades tienen, etc), campos que somos capaces de “emitir” y “recibir” con nuestro cerebro y que son responsables de habilidades como la scopaesthesia y la telepatía, y que son “captados” experimentalmente precisamente en las tareas que testan la scopaesthesia o la telepatía. Según lo que se deduce de esto, es que existe la habilidad scopaesthésica por la existencia de estos campos y que podemos conocer de la existencia de estos campos gracias a la habilidad scopaesthésica.
Parece que para encontrar una explicación profunda de ello, tendrás que pasar por tu librería más cercana y buscar alguno de sus libros que prometen tratar dicho tema. ¿Casualidad?

Entonces, ¿existe o no la scopaesthesia?

Los estudios emprendidos cuyos resultados se inclinan hacia la existencia de la scopaesthesia parecen contar con múltiples fallos metodológicos. Sencillos experimentos como el de Coover falsan dicha existencia. No hay nada en nuestra biología conocida que pueda soportar habilidades de este tipo. Parece que su existencia acumula más evidencia en contra que a favor.
Pero, ¿y qué hay de tus propias sensaciones extrañas? ¿Qué hay de esa sensación hormigueante de que alguien te estaba observando aquella vez en el metro o andando por la calle y que, cuando te giraste, en efecto había alguien mirándote? El propio Titchener, explorador inicial del fenómeno, se atrevió a dar una explicación a estas supersticiones a veces fundadas en experiencias reales: el movimiento es un poderoso captador de la atención y la ansiedad o el miedo una poderosa máquina sugestiva. Quizás sentías miedo aquella ocasión en la calle, quizás la persona a tu espalda no te estaba mirando, quizás fue el propio movimiento de tu cabeza comprobante el que captó la atención de la persona y tus ojos y los de ella se cruzaron inevitablemente, confirmando tu creencia, hasta aquel momento falsa. ¿Una profecía autocumplida?
Puedes leer el resto de explicaciones (no testadas) que da Titchener en su artículo original en Science.
Vía: Antroporama